Déficit cero: el pago de bonos en dólares y el aumento de la deuda flotante ponen presión al resultado fiscal de julio
Tras una primera mitad de año con superávit fiscal, el segundo semestre iniciaría para las cuentas públicas con un panorama más complejo, al menos en julio. El pago de los intereses de los bonos en dólares, en el contexto de un fuerte aumento en la cantidad de atrasos de la administración nacional, de 70% en un mes hasta los $2,7 billones, pondrá presión al resultado fiscal del mes que termina. El superávit primario necesario aumentó en la nueva fase del plan económico porque el Tesoro deberá afrontar desde ahora el costo de las LeFi que reemplazaron a los pasivos del Banco Central.
El superávit fiscal, que fue señalado desde el inicio de la gestión libertaria como un ancla del plan económico, fue de 0,4% del PBI ($238.000 millones) en el primer semestre y, sin tomar en consideración los pagos de intereses de deuda, de 1,1% del Producto, es decir $654.000 millones. El resultado positivo del sexto mes del año fue alcanzado incluso considerando que se trata de un mes difícil por cuestiones estacionales, debido al pago de aguinaldos del sector público.
En ese contexto, julio tendrá presiones adicionales por el lado del gasto -realizado pero también atrasado, es decir, por deuda flotante acumulada- y podría mostrar una foto distinta. “La sostenibilidad de este ajuste es discutible y empieza a ponerse en duda de cara al próximo semestre. En julio será muy difícil sostener el superávit financiero, lo cual es lógico considerando el pago de cupones, pero también el saldo primario positivo se va acortando a medida que se diluye el efecto de la licuación”, planteó un informe de la consultora Vectorial. La cuenta de intereses de los pasivos del Tesoro será alta porque durante julio se pagaron los cupones de los bonos en dólares, que le exigieron a las arcas pesos equivalentes a unos USD 2.600 millones.
A esa situación se le suman los pagos atrasados del sector público, que al 30 de junio llegaron a 2,7 billones de pesos, habiendo aumentado casi 70% respecto al saldo deudor acumulado hasta mayo, de $1,1 billones, según datos de la Tesorería General de la Nación. Es habitual que en los cierres de semestre aumente la deuda flotante, pero el aumento registrado en junio excedió largamente las medidas normales. Por caso, el rubro Transferencias pasó de $517.000 millones a $1,2 billones.
El resultado de las cuentas públicas comenzó a tener un peso aún mayor a medida que se cristalizó la segunda fase de política económica del gobierno de Javier Milei. La magnitud del superávit determinará, en adelante, la solvencia del Tesoro para pagar los intereses de las nuevas Letras de Liquidez (LeFi) que comenzaron a circular el lunes pasado, por $10,85 billones.
Además de las LEFI, las Lecap que desde mayo iniciaron el proceso de migración de deuda desde el Central la Tesoro, también deberán ser pagadas con superávit. Y, posiblemente, también los pagos de deuda en dólares que se realicen en adelante se harán con dólares comprados con excedente fiscal.
Una ayuda decisiva por el lado de los ingresos provendrá de las medidas impositivas incluidas en el paquete fiscal aprobado junto a la Ley Bases. El Gobierno tiene, como escenario de base, una proyección en la que el blanqueo de capitales iniciada en la última semana le aporte una recaudación de 0,3% del PBI. Si así ocurriera, la suma de recursos tributarios adicionales a partir de la reglamentación de la Ley Bases y del Paquete Fiscal en el segundo semestre sería superior al 1% del PBI.
“Con la decisión del Gobierno de profundizar la política monetaria y la Fase 2 implementada completamente, ya no quedan medidas obvias en el corto plazo que el mercado podría considerar como drivers positivos. Con la increíble marca de seis meses de superávit financiero consecutivos, difícilmente se entusiasmen mucho más los inversores si en julio se llegara a repetir nuevamente el resultado fiscal positivo. Habrá, entonces, que esperar que pase el tiempo y que se vean los efectos sobre la inflación de estas últimas medidas”, mencionó un informe de 1816.
Por su parte, PxQ remarcó que “con el superávit primario registrado en junio, el gobierno sobrecumplió la meta fiscal del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Para el próximo semestre los desafíos dependerán de cómo continúe impactando la actividad y la reducción de la alícuota del impuesto PAIS sobre los ingresos tributarios, así como lo que suceda en el plano del gasto -quita de subsidios y gasto indexado como los salarios-”, remaracaron.
El Grupo SBS envió a sus cliente un reporte en que señaló: “a nuestro entender, cambios estructurales en subsidios y sistema previsional son fundamentales para un saneamiento fiscal perdurable; el ancla fiscal es, como decimos siempre, el principal garante de la estabilidad nominal y ahora, el nuevo esquema de LeFi, sumado a las Lecap, que sustituye a los pasivos remunerados del BCRA, implicará la necesidad de redoblar esfuerzos para contener el gasto”.
De cara al segundo semestre, un informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) planteó dos escenarios posibles para proyectar si terminará el Gobierno este año con equilibrio fiscal o con superávit. Los supuestos son una caída en los ingresos totales igual a la del primer semestre (5% interanual), un gasto anual en intereses de deuda similar al del año pasado y de una caída real en el producto bruto interno del 3,5 por ciento.
En el primer escenario, el gasto primario desciende interanualmente en términos reales en el segundo semestre “de manera tal que en el 2024 el resultado fiscal en términos del PBI sea de equilibrio (cercano a 0)”. “En el primer escenario, en 2024 los ingresos totales caerían 0,2 puntos porcentuales del PBI respecto al año pasado, el gasto primario descendería 4,6 puntos del PBI, los intereses se mantendrían constantes, y el resultado fiscal mejoraría 4,4 puntos del PBI y se tendría equilibrio fiscal”.
En un segundo escenario, el gasto primario desciende en términos reales para que en el año el resultado fiscal sea superavitario por 0,4% del PBI, es decir, igual al superávit acumulado en el primer semestre del año. “En el segundo escenario, los ingresos totales nuevamente caerían 0,2 puntos, el gasto primario caería 5 puntos del PBI, los intereses se mantendrían constantes y el resultado fiscal mejoraría 4,8 puntos del PBI y se tendría superávit fiscal por 0,4% del PBI”, mencionó IARAF.
Una conclusión del estudio es que “dada una caída interanual real interanual del 5% de los ingresos totales durante el segundo semestre, tanto para lograr el equilibrio fiscal como un superávit fiscal del 0,4% del PBI, el Gobierno puede disminuir la intensidad de la reducción del gasto primario durante el segundo semestre del año, en relación a la del primer semestre”.